Ya os he comentado muchas veces la importancia de cuidar nuestra piel durante todo el año, pues cada estación conlleva unas necesidades y problemas concretos, pero el verano es la época en la que hay que prestarle especial atención ya que factores como el sol, el agua de la playa, la piscina o la ropa apretada influyen y afectan a la salud y aspecto de nuestra piel. ¿Quieres saber cuáles son algunas de las cosas que hacemos sin darnos cuenta y que resecan nuestra piel?
- Ducharse con agua muy caliente: Las duchas y el gel que utilizamos pueden romper la barrera protectora de nuestra piel, haciendo que se deshidrate. Por eso es muy importante utilizar un buen gel de ducha acorde con nuestras necesidades y emplear agua tibia, es algo que ahora agradeceremos para aliviar el calor del mes de agosto.
- Beber alcohol: no todos los líquidos hidratan, y el caso del alcohol es un ejemplo claro. Además de ser uno de los mayores enemigos de nuestra piel, su efecto diurético hace que perdamos más agua de la necesaria y dificulta la rehidratación posterior. De esta forma, nuestra piel se ve deshidratada y con un aspecto apagado, además de provocar un envejecimiento prematuro y la aparición de arrugas. Y, aunque nos gustaría que hubiera excepciones, todas las bebidas alcohólicas son perjudiciales, como la cerveza, el gin tonic o el vino tinto.
- Productos inadecuados en la rutina de belleza: al igual que el gel en el caso de la ducha, los productos que aplicamos como parte de nuestra rutina de belleza pueden hacer que, en lugar de ayudarnos a hidratarla, consigan todo lo contrario. Por eso yo siempre recomiendo utilizar productos específicos para cada tipo de piel, que respeten su pH natural y no rompan el manto lipídico, tanto para el rostro como para el resto del cuerpo.
- Sudor: la sudoración es, por sí misma, una forma de deshidratación ya que el cuerpo emplea este mecanismo para aliviar un exceso de calor. Sin embargo, dependiendo de la ropa que llevemos (si es muy gruesa o pesada, por ejemplo) o si el ambiente es húmedo, el sudor no se evapora y el cuerpo no elimina el calor, por lo que pierde aún más agua para intentar reducirlo.
- Falta o exceso de hidratación: como en todo, tan importante es no pecar por exceso ni por defecto, por eso la falta de hidratación (beber poco) y el exceso (aplicando mucho producto hidratante, por ejemplo) hacen que el resultado sea el mismo: tener una piel deshidratada.
Como siempre digo, piel solo hay una y tenemos que cuidarla. Ten en cuenta estos consejos para que tu piel no sufra y esté más hidratada.
Si tenéis cualquier duda o pregunta, ¡consultadme! Estaré encantada de ayudaros.